Ignoro quién ideó esta forma de versar, yo lo tomé de una idea que estaban realizando Fran Picón y Arantxa Oteo.
© Juan Calle
A día de hoy,
las religiones en las escuelas
son un acto
de sodogmatización.
- - -
Yo te cité a Neruda,
"para mi corazón basta tu pecho...",
y tú me hablaste del capítulo 11,
artículo 107,
del código civil.
- - -
Legado para mijita:
- Manueal de lucha (Manuelucha)
- Plan de fuga
(abrir sólo en caso de emergencia)
- Kit de supervivencia
- - -
Cuando me dijo
que madre no hay más que una
y a mí me encontró en la Calle,
me sentí,
por fin,
en casa.
- - -
Abrazo tu aroma en la almohada
cuando te vas a trabajar
tratando de restar tus ojeras.
- - -
Tengo que hacer un trabajo
de investigación contigo:
No quisiera decirte
que te quiero
como mis predecesores.
- - -
Todavía quedan muchos lugares
que recorrer en este mundo
pero me temo que, cada vez,
van quedando menos
donde quedarse.
- - -
Trato de aprender
lo que nunca quise escuchar
para enseñárselo a mi hija:
¡Ojalá me desobedezca!
- - -
Lo más nauseabundo
y abominable de la embriaguez
es recobrar el sentido,
no digamos el conocimiento.
- - -
Ahora que ya no estás,
comprendo bien cómo escuece
el corte de un bisturí
en el corazón.
- - -
Tengo cinco estrellas
encerradas en mi patio
que pierden candor
cuando doy caladas al cigarrillo.
- - -
Si pudiera cambiar algo de ti
sería
la miseria
de mi memoria.
- - -
Lo peor de la verdad
no es que se convierta en mentira
sino en un deseo frustrado.
- - -
Odio las puertas del campo
y aún más sus vallas y sus muros
pero, en definitiva,
qué son, si no, las ciudades.
- - -
Antes de cerrar la puerta,
se volvió y me dijo:
"No seas incrédulo,
los dioses no existen".
La creí
y no he vuelto a buscarla.
- - -
Abrazo tu aroma en la almohada
cuando te vas a trabajar
tratando de restar tus ojeras.
- - -
Tengo que hacer un trabajo
de investigación contigo:
No quisiera decirte
que te quiero
como mis predecesores.
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Todavía quedan muchos lugares
que recorrer en este mundo
pero me temo que, cada vez,
van quedando menos
donde quedarse.
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Trato de aprender
lo que nunca quise escuchar
para enseñárselo a mi hija:
¡Ojalá me desobedezca!
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Lo más nauseabundo
y abominable de la embriaguez
es recobrar el sentido,
no digamos el conocimiento.
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Ahora que ya no estás,
comprendo bien cómo escuece
el corte de un bisturí
en el corazón.
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Tengo cinco estrellas
encerradas en mi patio
que pierden candor
cuando doy caladas al cigarrillo.
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Si pudiera cambiar algo de ti
sería
la miseria
de mi memoria.
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Lo peor de la verdad
no es que se convierta en mentira
sino en un deseo frustrado.
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Odio las puertas del campo
y aún más sus vallas y sus muros
pero, en definitiva,
qué son, si no, las ciudades.
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Antes de cerrar la puerta,
se volvió y me dijo:
"No seas incrédulo,
los dioses no existen".
La creí
y no he vuelto a buscarla.
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